Leemos en estos versículos un relato de uno de los milagros de nuestro Señor. Veamos en él, al leerlo, un emblema gráfico de cosas espirituales. No estamos estudiando una historia que nos concierne personalmente poco más que las hazañas de César y de Alejandro. Tenemos ante nosotros un cuadro profundamente interesante para el alma de todo cristiano. En primer lugar, tenemos aquí un ejemplo de gran fe. Se nos dice que, cuando Jesús fue a Jericó, un ciego llamado Bartimeo “estaba sentado junto al camino
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